miércoles, 17 de octubre de 2012

Interesante nota de opinión de Susana Di Pietro acerca de la película "La Educación Prohibida"

 



En su aparente simpleza, la película dirigida por Gabriel Coin ofrece una gran complejidad si se pretende formular un análisis crítico sobre su contenido.
En algún sentido, “La educación prohibida” funciona como una trampa: se nos ofrece un alimento tentador, pero si vamos directamente hacia él para consumirlo, sin reparar con cuidado en el contexto, podemos quedar atrapados. En otras palabras, el argumento de la película se estructura a partir de una serie de planteos sumamente atractivos y simples sobre los modos de aprender y los paradigmas pedagógicos, que en sí mismos pueden ser disparadores de un rico debate. El problema es cuando ese conjunto de ideas termina comprometido en un posicionamiento político con aristas cuestionables.
Por ello, resulta preciso hacer un esfuerzo por distinguir esos dos planos. Por un lado, la crítica a las formas de organizar las escuelas y a los criterios que rigen la enseñanza, que –coincidimos- deberían ser objeto de permanente revisión. Por el otro, las implicancias políticas del contenido del documental en su conjunto que, por momentos, se traduce en un señalamiento al modelo de educación pública, gratuita y obligatoria como responsable de los problemas existentes.
El todo y las partes
Como decíamos, “La educación prohibida” formula algunas afirmaciones que, si bien pueden pecar de una excesiva generalización, merecen ser tenidas en cuenta: - El curriculum escolar presenta el conocimiento de manera fragmentada,  privilegia la transmisión de la información sobre el desarrollo de la creatividad.- Se tiene poco en cuenta el interés de los alumnos, por lo tanto la escuela suele generar tedio y aburrimiento en niños y adolescentes.- La currícula privilegia contenidos formales, racionales y abstractos, que además suelen encontrarse desactualizados.- La metodología utilizada de modo predominante por los docentes es el dictado de clases frente al pizarrón. - La enseñanza se plantea de manera muy directiva, con poco espacio para la autonomía, la voluntad y la expresión personal.- El sistema de calificación tiene en cuenta los aspectos observables y medibles del desempeño de los alumnos, pero desconsidera muchas otras capacidades. Asimismo, no se valora el papel del error en la construcción del aprendizaje.- El sistema educativo privilegia los resultados sobre el propio proceso de aprendizaje.- La disciplina escolar resulta un acto de imposición de poder que tiende a generar miedo y no a construir las reglas colectivamente y a regular el comportamiento en base al respeto por el otro. - Faltan espacios de reflexión y trabajo colectivo entre los docentes.- La gradualidad plantea la organización de grupos de aprendizaje en función de la edad como único criterio. - La perspectiva homogeneizante de la escuela obtura el respeto a las diferencias.
Nadie que pretenda sostener un posicionamiento crítico sobre la educación (sea docente, madre/ padre o estudioso del tema) debería incurrir en una defensa conservadora de la escuela tal como es: efectivamente, la propuesta escolar tiene que ser revisada en muchos aspectos. Aspiramos a una escuela mejor y creemos también en la necesidad de cambiar las prácticas de enseñanza, las metodologías y las propuestas curriculares. Pero esto no implica adoptar el enfoque global en el que los planteos enunciados se encuentran insertos.
La escuela como máquina de opresión
Como reza en su epígrafe inicial, La educación prohibida está dedicada “a todos los niños y niñas que quieren crecer en libertad”. A lo largo de sus dos horas y media de duración, se termina confirmando que es éste el valor que se coloca en lo más alto de la jerarquía de principios que deben regir la esfera educativa.
Es sabido que los discursos se construyen a partir de lo que se dice, pero también a través de lo que se calla. El reclamo de que el sistema escolar forme sujetos libres no se acompaña, en la película, de un reclamo semejante para que logre también ser más igualitario y justo. Semejante omisión, como decíamos, no es inocente ni casual.
Ahora bien, ¿cómo fundamenta la película su preocupación por la libertad? La respuesta es que parte de una caracterización de la educación como un sistema de adiestramiento y sujeción. Las escuelas son ámbitos en los cuales los niños y jóvenes no pueden expresarse, son condicionados a pensar de una manera determinada, a responder pasivamente a estímulos y a producir resultados predefinidos. De hecho, la película comienza con la alegoría de la caverna: de una manera lineal los estudiantes son comparados con prisioneros y la escuela con un lugar de encierro. Dentro de la escuela/caverna se manipulan figuras que proyectan sobre las paredes oscuras sombras, que los alumnos/prisioneros terminan confundiendo con la realidad. En suma, los contenidos escolares presuponen un “gran engaño” y únicamente quienes escapan de la prisión pueden acceder al conocimiento de lo real.
De manera ambiciosa, el director se posiciona como aquel que pudo huir de la cueva, vio la realidad y tiene que abocarse ahora denunciar ante los demás el engaño del que están siendo víctimas. Es decir, el documental se instala así como una herramienta de desmitificación de la realidad educativa.
Si los alumnos son considerados como sujetos de engaño, manipulación y adoctrinamiento, los docentes no salen mejor parados. Téngase en cuenta que, además de la opinión de entrevistados y la inclusión de atractivas animaciones, el documental emplea en varias oportunidades el recurso de la presentación de ficciones sobre diversas situaciones escolares. En cada una de estas representaciones, los docentes son presentados de manera maniquea y simplista.
Por un lado, se los muestra casi caricaturescamente como figuras autoritarias, que imponen a los gritos su saber, sin brindar argumentos ni explicaciones, y pretenden de los alumnos solamente silencio y docilidad. Por otro lado, los docentes son concebidos como meros ejecutores de decisiones tomadas por las autoridades y representan pasivamente el papel que otros han diseñado para ellos en este contexto opresivo. Así, el docente sólo puede ser víctima o victimario de un modelo autoritario y verticalista que opera como una máquina perfecta de sumisión. La idea de los maestros como sujetos activos, capaces de organizarse colectivamente y construir un posicionamiento como trabajadores e intelectuales de la educación no aparece. De hecho, a lo largo de la película no se encuentran testimonios de educadores que trabajan en escuelas públicas ni de aquellos que asumen compromisos sindicales o políticos. En el documental que analizamos, el maestro es hablado por otros: no tiene voz propia ni se le otorga la palabra (a menos que se trate de los educadores de instituciones que desarrollan pedagogías alternativas, cuya opinión se despliega a lo largo de todo el film).
Volviendo a una de las críticas centrales que formula esta película, no se puede dejar de reconocer el componente autoritario que ha signado y aun signa muchas veces las relaciones al interior del ámbito escolar. Ya en los años ’70  la sociología crítica denunciaba la manera en que ciertas características de la escolaridad (como los vínculos que se dan en su interior) tienden a reproducir las relaciones sociales de poder y desigualdad. Por ello, creemos que cuestionar las prácticas autoritarias y los  modelos verticalistas sigue siendo una tarea necesaria y que es preciso luchar para que la escuela contribuya a la formación de subjetividades críticas.
Pero hoy no es posible desatender las enseñanzas del pensamiento post-reproductivista, que subrayó la necesidad de tener en cuenta el papel de las mediaciones a la hora de indagar las relaciones entre estructura social y educación. “La educación prohibida” no incorpora esa sutileza en el análisis ya que olvida que los ámbitos educativos son, como cualquier otro espacio social, lugares de lucha, contradicción y resistencias. Alumnos y docentes se encuentran allí desde sus respectivas biografías, condiciones materiales, experiencias de vida y culturas de clase. Ni maestros ni estudiantes son sujetos pasivos determinados a actuar mecánicamente como opresores y sometidos.
Las críticas a los resabios autoritarios y verticalistas de las relaciones educativas requieren tener en cuenta la complejidad de la realidad de las aulas. En nuestra opinión, la película parte de una pintura tan simplista que sólo puede ser producto de un serio desconocimiento de lo que sucede hoy en la mayoría de las escuelas. Al respecto, uno de los grandes desafíos de los docentes en la actualidad es cómo construir autoridad democráticamente, ya que –como cualquiera que recorra cotidianamente nuestras aulas podrá confirmar- lo que reina en ellas no parece ser, afortunadamente, la paz de los cementerios.
La necesidad de situar el análisis
Otro de los flancos débiles del documental es la descontextualización y la falta de rigor en la fundamentación de algunas de las ideas sostenidas.
En relación con el primer aspecto, cabe señalar que el relato de la película se va construyendo a partir de entrevistas a educadores o especialistas en educación de varios países (Chile, Ecuador, Uruguay, Argentina, Colombia, España, entre otros). Los escasos datos presentados permiten inferir que la fuente principal de la que abreva el documental son instituciones u organizaciones del ámbito privado que impulsan el desarrollo de pedagogías alternativas (escuela nueva, escuela Waldorf, escuela libre, holismo, logosofía, etc.).
La descontextualización del discurso se manifiesta, entonces, en la falta de localización y definición de los planteos. A menos que se demuestre que existen continuidades supranacionales a lo largo de todos los sistemas escolares mencionados, no parecería posible hablar en abstracto y de manera genérica del funcionamiento de las escuelas, de los modelos pedagógicos predominantes y de las características de la estructura curricular en todos esos países. Los planteos del documental ganarían solidez si se tuviera en cuenta la especificidad de cada realidad nacional. Aun más, también es discutible afirmar que los “males” de los que adolece la educación primaria son los mismos que aquejan a la escuela secundaria o la universidad. Pero en la película “la educación” es una sola y admite el mismo tipo de reflexiones, cualquiera sea el nivel del que se trate y el país del que se hable.
En relación con el segundo aspecto, la endeblez de los datos en los que se fundan ciertos argumentos por momentos es demasiado evidente: en un fragmento de la película se dice por ejemplo que “estudios indican que el 98% de los niños son genios a los 5 años, tienen la mente abierta, pero 15 años más tarde solo un 10% tiene esas características”. ¿No sería justo mínimamente mencionar cuáles son esas investigaciones que terminaron culpando a las escuelas de convertir a nuestros pequeños genios en jóvenes con la mente arruinada por el adoctrinamiento?
El Estado como culpable: ¿un retorno al discurso neoliberal con nuevos ropajes?
Pese a que la película dice no aspirar a dar una respuesta cerrada y fija sobre los modelos educativos deseables, en la selección de los referentes entrevistados y en la reconstrucción histórica de la educación que se formula no se presentan opiniones diversas o paradigmas en disputa: es una sola voz la que se escucha (razón por la cual el documental termina causando tedio, pese a su muy buena calidad de realización). Esa voz insiste en encontrar un único responsable del lamentable estado de cosas denunciado: el Estado y, más precisamente, el modelo de educación pública, gratuita y obligatoria. Es preciso aclarar que lo cuestionable no es que se analice críticamente el papel del Estado, sino que se lo identifique per se y globalmente como culpable de todos los males de la educación. Simultáneamente, la película no pone en cuestión el papel del sector privado, de las ONGs, de las Iglesias; actores a los cuales excluye totalmente del análisis. Considera monolíticamente al “Estado”, en abstracto, sin diferenciar los distintos modelos de Estado existentes a lo largo de la historia del capitalismo -para circunscribir la discusión- y en las distintas realidades nacionales. Para el documental parecería que el Estado de Bienestar y el neoliberal son lo mismo, y que tampoco hay diferencias entre la política educativa que pueda desarrollar un Estado que se desentienda de sus funciones y aquel que recupera su responsabilidad en el cumplimiento de los derechos de los ciudadanos (a la educación, a la salud, al trabajo, a la vivienda, etc.).
En épocas como ésta, en la que gran parte de los gobiernos de Latinoamérica está intentando –aun con obstáculos y contradicciones- reconstruir el Estado arrasado por las políticas de los ’90 y ponerlo al servicio de intereses populares, este retorno a las premisas del pensamiento liberal (y neoliberal), que alerta contra los riesgos totalitarios del Estado, resulta al menos curioso.
La limitación del potencial crítico
Al develar la “inocencia” de las escuelas, analizando los valores que estimula (competencia, individualismo, autoritarismo), el tipo de las relaciones que genera, los contenidos que transmite, el perfil de estudiante que tiende a formar, etc., las teorías críticas se basaban en una premisa muy básica: los sistemas educativos no tienen una existencia autónoma sino que se encuentran condicionados por las características de la sociedad, la cultura y la economía. En línea con el abandono de posturas unidireccionales, el refinamiento de estos análisis llevó, con el tiempo, a sostener que las escuelas no sólo son espacios donde se reproducen las características de las formaciones sociales, sino que también son espacios donde se produce lo nuevo.
En el documental las analogías que se establecen entre las escuelas, por un lado, y las prisiones y fábricas, por el otro, no apuntan a cuestionar un sistema social injusto y deshumanizante, sino a la necesidad de desarticular la autoridad del Estado (y la educación estatal y obligatoria), para dar impulso así a las iniciativas privadas capaces de desarrollar modelos de enseñanza y de organización escolar alternativos. Es decir, no hay referencias claras a las relaciones económicas y sociales que expliquen, aun de manera indirecta y mediatizada, los procesos educativos. Parecería ser que en el mejor de los mundos posibles surgió un Estado con pretensiones totalitarias, responsable de haber creado un sistema escolar que, en  lugar de brindar educación, terminó sometiendo, adoctrinando y aplacando la natural creatividad de los individuos.
En suma, el potencial crítico del documental se debilita porque sus cuestionamientos se limitan a discutir el modelo pedagógico, sin abarcar las relaciones económicas y sociales más amplias en el marco de las cuales la escuela tiene lugar.

¿Educación prohibida o educación negada?
Una de las más relevantes situaciones de ficción que incluye la película presenta a un par de alumnos de 5to año de una escuela secundaria (presumiblemente privada), junto a un profesor. A estos adolescentes se les encomienda redactar un discurso para el acto de egreso y deciden hacer un balance de la educación que han recibido. Escriben: “muy poco de lo que pasa en la escuela es verdaderamente importante. Nos enseñan a estar lejos unos de otros y a competir. Padres y maestros no nos escuchan. Por todo eso decimos ¡basta!: la educación está prohibida”.
De acuerdo con este punto de vista, la educación está “prohibida” para aquellos niños y jóvenes que, teniendo la escolaridad garantizada y contando con los restantes derechos y necesidades cubiertos, son educados en el marco de un paradigma pedagógico que no da lugar a su palabra, no los coloca en el centro de la propuesta y fomenta la sumisión, la competencia y el individualismo. Este planteo no resulta novedoso, si se recuerda que la falta de libertad es definida en el film como el principal problema que aqueja a la educación. Efectivamente de este modo las preocupaciones expresadas en el documental se vinculan, entendemos, con problemáticas que resultan prioritarias para los sectores sociales integrados e incluidos.
Pero si incorporáramos la perspectiva de aquellos que históricamente han sido excluidos del derecho a la educación (y lo siguen estando), el título de la película debería ser revisado. En la medida en que las clases populares han tenido desiguales oportunidades de acceder, permanecer y egresar de las escuelas, atravesando al mismo tiempo experiencias significativas de aprendizaje, para amplias mayorías la educación ha sido directamente “negada”.  Es sabido que la pregunta sobre qué es una buena educación (y cuáles son los valores que deben regirla) constituye una pregunta eminentemente política y que no tiene una respuesta sencilla. En nuestra opinión, esa respuesta jamás puede formularse desde la construcción de
dicotomías. Por eso creemos que bregar por un horizonte de mayor justicia e igualdad no debería suponer descuidar la importancia de la creación de sujetos libres. Y a la inversa. En definitiva, ni la libertad “prohibida” para algunos sectores ni los derechos negados para las mayorías.

CETERA





domingo, 16 de septiembre de 2012

El testimonio de Nelva Méndez, madre de Claudia Falcone, 1998* NUNCA MAS !!! PRESENTES AHORA Y SIEMPRE!! AHORA ... Y SIEMPRE !!!

El testimonio de Nelva Méndez, madre de Claudia Falcone, 1998*







Nelva Alicia Méndez, madre de María Claudia Falcone -una de las estudiantes desaparecidas durante la recordada y trágica "Noche de los lápices"-, relató pormenorizadamente los detalles del secuestro de su hija, en los primeros minutos del 16 de septiembre de 1976, además de las dos detenciones de las que fueron víctimas ella y su esposo.
Con los testimonios de Méndez y de familiares de víctimas de la represión, se desarrolló ayer la tercera jornada de las audiencias públicas en la Cámara Federal de La Plata para conocer el destino de desaparecidos durante el último régimen militar.
En su relato, Nelva Méndez, precisó que María Claudia, quien cursaba el quinto año en el Bachillerato de Bellas Artes, fue secuestrada por efectivos del Ejército del departamento de una tía suya, en el centro de nuestra ciudad, ubicado en 56 nro. 556, junto a su compañera María Clara Ciocchini, en la misma jornada en que otros cinco estudiantes secundarios fueron detenidos durante "La noche de los lápices".
Indicó que, según el testimonio de otros ex detenidos, pudo establecer que su hija, al igual que los otros adolescentes, en un primer momento fue alojada en un centro de la localidad de Arana, y con posterioridad trasladada a "El Pozo", dependencia policial de Banfield, en tanto que "averiguamos que los fusilaron en el subsuelo de la Jefatura de la Policía Bonaerense", de calle 2 entre 51 y 53.
La testigo pudo identificar a militares implicados en casos de desaparición o a quienes visitaban los centros clandestinos de detención como es el caso del capitán "Colores", y a los entonces posibles jefes de zona Carlos Minicucci y Guillermo Suárez Mason.
La mujer recordó las dos ocasiones en las que junto a su marido Juan Carlos, permaneció secuestrada en los centros clandestinos "La Cacha", en la vecina localidad de Lisandro Olmos, y en "El Banco", donde fueron sometidos a torturas durante los interrogatorios, para conocer el paradero de Jorge, el otro hijo del matrimonio.
También remarcó que durante su permanencia en el centro clandestino "el Banco" en Capital Federal, algunos de los detenidos eran liberados durante algunos días a cambio de ofrecer información para que se pudieran detener a otras personas.
Durante su relato al tribunal, presidido por Leopoldo Schifrinn, la señora de Falcone subrayó que "ellos (los secuestradores) no sólo mataron a mi hija, sino también a mi esposo".
En tal sentido, dijo que su marido, poco después de haber recuperado la libertad luego de 45 días de cautiverio, falleció a comienzos de 1978 a raíz, dijo Falcone, de los golpes recibidos en las sesiones de tortura.
Asimismo, los camaristas escucharon ayer los testimonios de Stella Maris Balboa, hermana del desaparecido Jorge Balboa, y de Elsa Noemí Bacchini, esposa de Héctor Paladino, de quien nunca se pudo llegar a establecer cuál fue su destino.
El 16 de septiembre de 1976, siete alumnos que asistían a establecimientos educativos de La Plata fueron secuestrados por fuerzas de seguridad cuando reclamaban la devolución del boleto estudiantil, en una jornada que pasó a ser conocida como "La noche de los lápices".
Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ungaro, María Clara Ciochinni y Daniel Racero son los seis estudiantes que permanecen desaparecidos, en tanto el séptimo, Pablo Díaz, fue liberado poco después del secuestro.
La madre de Falcone compareció ayer ante la Cámara Federal de La Plata, donde desde el 30 de septiembre último se desarrolla un juicio oral para conocer el destino de unas dos mil personas desaparecidas en La Plata durante la última dictadura militar.
Las audiencias se realizan todos los miércoles y están citados a declarar miembros del Ejército y de la Armada, policías federales y bonaerenses, retirados y en actividad.
Fuente: Hoy en la Noticia, La Plata, 15/10/98


*[24/12/06, Télam] Nelva Falcone, de 76 años, murió el 24/12/06 en La Plata. Con la muerte de Nelva Falcone, desaparece una de las primeras Madres de Plaza de Mayo. Falcone se unió a las Madres a partir de la desaparición de su hija María Claudia, en la Noche de los Lápices de setiembre de 1976.

Esposa de Jorge Falcone, un ex intendente de la capital provincial y destacado sanitarista vinculado al peronismo, Nelva organizó en su propia casa las primeras reuniones del grupo platense de madres. Y con un grupo de Madres viajó a Brasil para intentar entregarle una carta al papa Juan Pablo II, a fines de los setenta.

Notable oradora, reivindicó siempre la actividad estudiantil, social y política de su hija, estudiante de Bellas Artes de La Plata secuestrada y desaparecida junto a otros seis adolescentes en los primeros meses de la dictadura.

Su firme postura en la búsqueda de su hija y sus compañeros, aprovechando los contactos que la daba el mundo de la política de su marido pero también superándolo en esa lucha, quedó reflejada en el personaje de la película "La Noche de los Lápices", que dirigió Héctor Olivera.

También participó de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos hasta que, con el regreso de la democracia en 1983, volcó su espíritu batallador en defensa de la vida dentro del ámbito partidario.

Su última aparición pública fue al cumplirse los treinta años de ese doloroso episodio, cuando participó en la escuela de María Claudia de la inauguración de un mural con la imagen de los chicos.

Internada diez días atrás por una descompensación, Nelva Falcone falleció en la madrugada de ayer, fue cremada y sus cenizas serán esparcidas en los próximos días en la platense Plaza San Martín o bien en la porteña Plaza de Mayo.

Fuente: Télam

Por Gustavo Calotti

Apellido: Calotti
Nombres: Atilio Gustavo
Fecha de nacimiento: 27 de Septiembre de 1958
Lugar de nacimiento: La Plata, Argentina
Domicilio actual: 10, Place des Géants, 38100-Grenoble, Francia
Profesión: Profesor

Lo que paso ahora a relatar ocurrió hace 22 años, en 1976, cuando yo tenía 17 años y estudiaba en quinto año del Colegio Nacional de La Plata. Vivía con mi madre y su compañero y mi hermanita Gabriela en la calle 43 N° 183 en un apartamento en el quinto piso, en la ciudad de La Plata.

Para entonces yo trabajaba como 'correo' de la oficina Tesorería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en la Jefatura ubicada en la calle 2 entre 51 y 53 de la ciudad de la Plata. Por la mañana iba al colegio y por la tarde trabajaba. Comencé a trabajar en dicha repartición oficial en el mes de noviembre de 1975. El día 8 d septiembre de 1976, mientras estaba trabajando, fui llamado por mi jefe, el Comisario Ordinas. Cuando entré en su despacho, deberían ser entre las 17 y 17.30 horas, ya se encontraba allí una persona que yo nunca había visto y que se presentó como Comisario Inspector Luis Vides. Este último comenzó a hablarme violentamente y a preguntarme para quién trabajaba, que sabía que yo 'andaba en algo' y que si no hablaba en ese momento de todas maneras 'me iban a masticar todo'. Recuerdo perfectamente el sentimiento de angustia que me invadió en ese momento.
Cristián Caretti, fundador de la UES

Nacido el 17 de abril de 1954 en Capital Federal, el "Gringo" Caretti era un líder natural de los estudiantes secundarios, dueño de un carisma único. Su niñez la disfrutó con sus cinco hermanos, en un viejo caserón de la calle Ugarte en el barrio de Palermo, entre adoquines, barritas de pibes con hondas y pelotas de goma, glicinas en flor y los primeros puchos y besos a escondidas. La divisoria de aguas que el peronismo significó para la sociedad argentina en su conjunto en la década del ’50, también llegó a su familia. Su padre un excelente profesional médico colaborador del sanitarista Ramón Carrillo, fue echado de su trabajo por venganza en 1955. Su madre, que provenía de una familia de alcurnia, no vio con malos ojos el derrocamiento de Perón. El "Gringo" buscó su propio camino. Desde el Colegio Nicolás Avellaneda fue uno de los fundadores de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Esta organización fue el fruto de la proliferación de nucleamientos juveniles ligados a la militancia de la Juventud Peronista y de la consigna "Luche y Vuelve", que de modo superactivo y determinante, volcó en forma temporaria la lucha para el lado del pueblo a partir de 1972. Precisamente para el año siguiente, se decide luego de varios encuentros previos, darle forma y contenido a una estructura nacional que defina las propuestas a implementar en el frente estudiantil secundario. El acto fundacional de la UES fue el 20 de abril de 1973, en un atiborrado salón de actos del Sindicato del Calzado. A partir de ahí como una ola gigante, como un tsunami incontenible, la propuesta llegó hasta el último ámbito estudiantil de la Patria. El "Gringo" Caretti por valentía personal, convicción ideológica y decisión militante irá ascendiendo en la estructura partidaria y en la consideración de sus compañeros, hasta ser un referente nacional. En tal sentido debe recordarse que fue el único representante que designó la UES, en enero de 1974 para entrevistarse con el general panameño Omar Torrijos, líder natural de su pueblo y enemigo de la política imperialista norteamericana en la zona de Centroamérica.

La traición al mandato popular (mandato dado a través del voto del 11 de marzo de 1973), que fue mutando de un peronismo aguerrido y revolucionario en una mueca trágica del mismo, donde solo había lugar para advenedizos, traidores y alcahuetes, lejos de desanimarlo logró solidificarlo en su compromiso con la causa nacional y popular. Se sumó a Montoneros, convirtiéndose en un cuadro de relevancia, en la Zona Norte del Gran Buenos Aires. En terribles condiciones de aislamiento y persecución donde todos los días caían asesinados compañeros a manos de la Triple A, el "Gringo" siguió organizando y sumando voluntades para la causa. Quienes lo conocieron, recuerdan que su base de operaciones, para encuentros familiares a escondidas y reuniones partidarias clandestinas, era el viejo bar de la esquina de avenida Santa Fe y Jerónimo Salguero, bien cerquita de su querido barrio porteño que lo vio nacer. El 24 de marzo de 1976 se entroniza la dictadura militar más sangrienta que padecimos. El "Gringo" como tantos otros compañeros del peronismo revolucionario les dará pelea hasta morir. Cae en combate el 14 de septiembre de 1976, en Paraná y Avenida Maipú, localidad de Martínez, provincia de Buenos Aires, cuando a las 8 de la mañana, con otros integrantes de la "orga" esperaba el paso de un ejecutivo norteamericano de la firma textil Sudamtex en conflicto con su personal, luego del despido y desaparición de los delegados gremiales fabriles, fieles al mandato de sus bases.

El "Gringo" Caretti también cultivaba la poesía. Su querida Evita fue motivo de una glosa: "Te queremos desde un puño estallando, desde los balcones divididos de la plaza tan tristes, tan vacíos..."; quizá como una alegoría recordando cuando él y tantos otros jóvenes nos fuimos –nadie nos echó- de esa misma plaza en desacuerdo con la política implementada por Perón, un 1° de mayo de 1974.

Rememoró, su compañero en Montoneros, Jorge "Yuyo" Rubino: "Valiente hasta el exceso, solidario, crítico original; con pensamiento propio que lo llevaba a cuestionarlo todo permanentemente. También un tipo sensible, capaz de escribir una poesía a un amigo dolido, un rato antes de salir él mismo, a jugarse la vida. El ‘Gringo’ Caretti era así: querido por sus compañeros y adorado por sus compañeras. Dejó a su querida Cecilia y a un hijo que esperaba con entusiasmo y al que no llegó a ver nacer. También nos dejó muy solos a los demás. Fue mi mejor amigo en esa época y también el de muchos otros, que sabían que podían contar siempre con su presencia".

Querido "Gringo". Estoy seguro que algún compañerito nuevo, de esos que se suman a diario con tantas energías a nuestra larga lucha por la liberación nacional, al leer estas líneas, querrá saber más sobre tu vida y tu compromiso y no me extrañaría que pusiera tu nombre a alguna agrupación que se constituya. Pero más allá de ese justo homenaje que te merecés con creces, yo sé que solamente te sentirás realizado cuando triunfemos definitivamente sobre el hambre y la explotación, logrando que todos nuestros compatriotas gocen por igual de trabajo, salud y educación, para ellos, sus familias y sus descendientes.

Con este escrito en la mano y Evita siempre en el corazón, (no te rías, adapté una frase que le sumamos a la Marchita en el ‘73 ... ¿te acordás como decía?), yo, te recuerdo con inmenso cariño y te digo que: La sangre que derramaste no será negociada, el ideal que defendiste no será traicionado y la lucha que iniciaste no será interrumpida, hasta lograr la victoria final.

¡Hasta la Victoria Siempre, Gringo!

Roberto Baschetti

Fuente: www.nacionalypopular.com
Mi jefe no pronunciaba palabra y creo que la tensión era tal que en toda la oficina reinaba el silencio. Este hombre, Vides continuó vociferando hasta que llamaron a la guardia de la Jefatura y y entre cuatro policías me condujeron hasta la Dirección de investigaciones que estaba en el otro ala del edificio, en la planta baja, como la Tesorería. Ya en una oficina de esta Dirección, cuyo director era el Comisario Etchecolatz, me esposaron y, sentado, me cubrieron con una manta. No sé cuánto tiempo pasé allí sentado, creo que fueron por lo menos dos horas durante las cuales escuché entrar y salir a varias personas. Recuerdo que alguien me dijo que ya todo se iba a aclarar. Al cabo de ese tiempo volvió gente que me llevó hasta un coche que supuse un Torino, por el ruido y porque eran los vehículos utilizados por la Policía. Siempre cubierto anduvimos en ese coche durante un buen rato; los ruidos de la ciudad se alejaron y me di cuenta que ya estábamos en el campo. En un momento determinado el coche abandonó la ruta y, por los ruidos y los bamboleos, deduje que estábamos en un camino, sendero, de tierra en donde el coche se detuvo. Creo que no tuve ni tiempo de tocar el suelo que ya me llevaban a la rastra hasta adentro de un edificio, una casa, en ese momento no supe. Sólo sé que ni bien llegué me ordenaron que me desvistiera. Me ataron tobillos y muñecas, estirado, a una especie de catre y allí permanecí un rato. Alguien me dijo que el 'Coronel' ya iba a llegar. Reconocí la voz de Vides, que horas antes me había gritado y amenazado en la Tesorería. Escuché nombrar a un tal Vargas, que no conozco, y en un momento dado comenzaron a 'picanearme'. Creo que esa sensación es una de las cosas más horribles que sentí en mi vida.

Tengo aún la consciencia de sentir mi propio cuerpo que se retorcía. Yo no dejaba de gritar y ellos no dejaban de torturarme. Me hacían preguntas de todo tipo pero todas estaban centradas en mi actividad laboral: querían saber, sin antes conocer nada sobre mí, quiénes eran mis contactos dentro de la Policía. Querían nombres, querían saber a quién yo 'había entregado de los de ellos'. Querían mi cita y mi responsable, mi organización, todo... Mientras me torturaban uno de ellos ponía sobre mi boca no sé si un trapo o un pedazo de goma espuma y su pie por encima, para no escuchar mis gritos o simplemente para lastimarme aún más. Otro me decía que si quería decir algo abriera y cerrara la mano. Uno de ellos echaba algo sobre mi cuerpo, que después supe era agua para que las descargas eléctricas fuesen más sentidas. Sólo sé que yo abría y cerraba las manos y cuando se detenían con la 'picana' y como yo no les decía nada, con más odio, porque creo, tengo esa impresión de que era odio, me torturaban más violentamente. la picana me la aplicaban en las zonas más sensibles: genitales, boca, ojos, pecho. Al final, en vano abría y cerraba las manos, ellos ya no hacían caso. Tengo la impresión de haberme desmayado varias veces. Alguien siempre decía si podían continuar o no. Pero no podría precisar si se trataba de un médico o no. En todo caso estoy seguro de que uno de los que me torturó fue, sin ninguna duda, en Comisario Inspector Luis Vides. Presumo que esa primera vez fui torturado durante toda la noche.

Cuando cesaron y me ordenaron que me levantara, ya no podía hacerlo, estaba totalmente incapacitado de cualquier movimiento y fueron ellos que me vistieron como pudieron. Tenía los ojos vendados con lo que había sido mi propia camisa, las manos esposadas atrás, las piernas atadas con cuerdas, ya no poseía zapatos, no podía casi hablar porque tenía la boca destrozada por el que apretaba con su pie y no daba caro por mi vida. Me arrastraron hasta una habitación, una celda, en donde había muchas personas. Aprendí a reconocerlos por la voz. Hablábamos pero poco. Por un lado creo que cada uno desconfiaba del otro, por otro, teníamos miedo de ser escuchados. Durante todo el día había un entrar y salir de gente de esta celda. Cada vez que la puerta se abría venían a buscar a uno de nosotros. Y cada vez, sistemáticamente, podíamos escuchar los gritos y las descargas eléctricas de una radio que funcionaba a todo volumen y que constantemente era interferida por las descargas de la picana. Noche y día, era como una fábrica de torturas. A veces, en algunas oportunidades escuché disparos. También reonocía los cambios de guardia. A los pocos días de estar allí logré ubicarme: una o dos veces por día escuchaba pasar un tren y yo sabía que tan pocos trenes, cerca de la ciudad de La Plata no podían ir sino al sur, para la zona de Pipinas. Además a veces se escuchaba despegar y aterrizar aviones. Era evidente que estaba en un descampado que deduje podía ser Arana. Además yo sabía que funcionaba un puesto de Cuatrerismo en la localidad de Arana. Fue allí en donde estuve hasta el 23 de septiembre de 1976. En esa celda éramos casi constantemente una quince personas y la celda no tenía más que una pequeña ventana en altura y unos dos o tres metros por lado. Para dormir, esposados, vendados, cada uno hacía como podía. La comida casi no existía. La higiene tampoco. Cuando éramos torturados yo recuerdo que sentía una sequedad de garganta que era como fuego. Pero no nos daban de beber porque decía que si no uno 'reventaba como sapo'.

Nunca creí que iba a conocer un lugar tan dantesco como aquél. Durante diez días de los quince que permanecí allí, fui torturado. Recuerdo que muchos llegaban y pedían ver al 'traidor' y allí mismo me pegaban. Yo era el traidor y había que hacérmelo sentir físicamente. Las únicas secuelas que conservé de ese período son los recuerdos y algunos dientes que perdí. Pero en ese momento, aparte del dolor, no tengo recuerdos de mi cuerpo porque no podía ni tocarme ni verme; sólo recuerdo ese sentimiento de dolor. Un día que no sabría precisar exactamente, me vinieron a buscar y me llevaron a una oficina. Allí alguien me preguntó algo que ni recuerdo pero yo podía ver por debajo de las vendas y vi sobre el escritorio que había algunas cosas que reconocí enseguida: una toalla, una muda y algunos paquetes de Particulares, que era la marca que yo fumaba. Era evidente que mi madre había logrado moverse y podido enviar eso. La persona que me interrogaba no hizo ninguna alusión a esos objetos ni yo tampoco, pero no me fueron dados. Creo que me sentí aliviado de saber que mi madre se estaba moviendo por mí. Tal vez lo que aún hoy me cuesta superar es el miedo, el sufrimiento que sentía cada vez que la puerta se abría y que venían a buscar a uno de nosotros. No sé si logro explicarme correctamente.Cuando uno está siendo torturado no ve la hora en que eso termine, le duele todo. Pero saber que a uno lo van a torturar de nuevo es un dolor en la memoria, en la psique, que llega a ser casi tan doloroso como el físico. Ese sentimiento lo llevo hoy, 22 años más tarde. Durante muchos años, cada noche me desperté bañado en sudor y con ese miedo, porque tenía pesadillas recurrentes, siempre en la misma situación de tortura. En esa celda conocí a varias personas, escuché los nombres de otros, y así pude reconstruir una lista. Con algunos fui trasladado a la Brigada de Investigaciones de Quilmes, a otros nunca más volví a ver ni a saber de ellos. Pero antes de ese traslado recuerdo un día que quedará para siempre en mi memoria. Fue el 21 de septiembre, el Día de la Primavera que también es el día del estudiante. A eso del mediodía nos dan de comer. Nos sacaron a todos a un lugar que creo que era como un salón y trajeron comida, eran ñoquis. Un policía me acercó un plato y me invitó a comer.Como yo estaba esposado por detrás y nadie me había sacado las esposas yo no podía servirme del tenedor, así que este policía se tomó el trabajo de darme de comer como se hace con los enfermos. Y me hablaba calmamente. Después me llevaron a un patio interno en donde pude darme cuenta que estaban todos los detenidos de Arana. No sé cuántos seríamos, pero éramos varias decenas, todos en lamentable estado. Un policía decía que había dos perros que nos controlaban, uno que se llamaba Santucho y otro Firmenich.

Estábamos sentados en el suelo y al lado mío había una persona. Con esta chica pude apenas hablar y se trataba de Claudia Falcone, una estudiante de secundario de Bellas Artes. Recuerdo que lloraba. Allí había muchos jóvenes que provenían de diferentes colegios secundarios de La Plata y que eran víctimas de lo que más tarde se llamó La Noche de Los Lápices. Se encontraban Emilce Moler, Horacio Ungaro, Claudio de Acha, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Francisco López Muntaner, María Claudia Ciochini, Víctor Treviño, Daniel Alberto Racero.

Reconocí a algunos porque había tenido actividades con ellos, había militado con ellos y con ellos había estado en la coordinadora por el reclamo del medio boleto escolar. Además yo estaba en quinto año del secundario y con varios de ellos seguía encontrándome. Una vez terminado ese recreo en que los cerberos aprovecharon para limpiar las celdas, nos devolvieron cada uno a nuestra celda. Era el día del estudiante. De ellos sólo Emilce Moler, Pablo Díaz y Patricia Miranda sobrevivieron. la celda en donde estaba sería de unos dos metros por tres y si mal no recuerdo llegamos a ser unas quince personas allí dentro. Para dormir, con las manos atadas o esposadas por detrás, cada uno hacía como podía y en el medio de esa celda las piernas se apilaban. Todos estábamos en un estado físico más que deplorable. A una de las personas que más recuerdo es a un hombre de 60 años que se llamaba Santiago Servín. (Utilizo el imperfecto para aquellos de los cuales nunca más supe nada). Este hombre era de una gentileza, de una bondad.... Era el director de un pequeño periódico que se llamaba 'Le Voz de Solano', era de nacionalidad paraguaya y había escrito dos libros. Como pertenecía al Partido Comunista Paraguayo, él vivía como un exilado en la Argentina aunque ignoro si tenía o no ese estatuto y ya había estado preso en el Paraguay hacía muchos años. El había sido detenido con un sobrino del mismo apellido de unos 25 años y otro muchacho de apellido Etelbaum o Epelbaum que trabajaba en ese mismo diario. Con Santiago Servín y su sobrino fuimos trasladados el 23 de septiembre a la Brigada de Investigaciones de Quilmes.

Del otro muchacho Etelbaum, recuerdo que me dijo que a él lo habían llevado a la comisaría 8va de La Plata. Porque fue llevado y traído dos o tres veces. Recuerdo que una vez llaman a este muchacho y a los pocos minutos se escucharon varios disparos de armas. Yo pensé que lo habían fusilado, pero a los días lo trajeron de nuevo a la misma celda. Santiago Servín y su sobrino permanecieron hasta mediados del mes de octubre en Quilmes. Luego fueron 'trasladados' y hoy permanecen desaparecidos. En cuanto a Etelbaum, más tarde supe que estaba en la Unidad Carcelaria N° 9 de La Plata (U.9) En Arana Estuve con Víctor Treviño, a quien conocía desde la escuela primaria. El también fue torturado y con él me trasladaron también a Quilmes. Víctor tenía apenas algunos meses más que yo. A mediados del mes de octubre también fue 'trasladado'. En general, antes de cada traslado, venían dos guardias y afeitaban y permitían que la persona se higienizara un poco. Por entonces yo pensaba, ingenuo, que iban a ser liberados. De Víctor tampoco supe más nada y permanece desaparecido. En ese traslado del 23 se septiembre íbamos, además de los chicos de La Noche de Los Lápices, los Servín , José María Novielo, que era un estudiante que venía de Ushuaia y que vivía en La Plata y yo. No recuerdo si fuimos más. El traslado debe haber sido bastante impresionante porque se escuchaban sirenas y estábamos por lo menos en dos camiones celulares para el transporte de detenidos. El convoy se detuvo en un lugar en donde bajó la mayoría. Luego supe que ese lugar era la Brigada de Investigaciones de Banfield, cuyo Jefe era el Comisario Arana. Luego seguimos hasta Quilmes en donde quedamos Patricia Miranda, Emilce Moler, Los Servín, Víctor Treviño y yo. Pero en Arana quedaron otros que no fueron trasladados en ese momento: Willy, un estudiante peruano que venía de la ciudad de Piura y cuya familia tenía un hotel del mismo nombre.
Nunca más supe de él. Un señor de apellido Ringa, Giampa, Nora Ungaro, (hermana de Horacio y de quien no recuerdo si fue o no trasladada el 23 ), Ana Teresa Diego, Cristina Doglio, Néstor Silva, la novia de Néstor Silva, un peruano de apellido Icama?, Marlene Katherine Kegler Krug (le decían La Paraguaya y escuché decir a los guardias y a otros detenidos que la habían torturado muchísimo. Ella era estudiante de medicina en La Plata). El día 24 de septiembre por la noche, estando en Quilmes, me vienen a buscar. En coche me llevan a un lugar, después de mucho andar, que reconozco otra vez como Arana. Aparentemente se estaba negociando algo porque me torturan un poco pero creo que ese no era el objetivo. En un momento recuerdo que dejaron de hacerlo y escuché que había caído algo importante del ERP por la zona de Citty Bell, en los alrededores de La Plata. Me devuelven a la celda y allí encuentro de Walter Docters, que me refiere que también estaban en Arana José María Schunk, Walter Samperi, Osvaldo Busetto. Me entero también con posterioridad que estaban dos hermanos que trabajaban en la Policía que se llamaban Julio Aníbal Badell y Esteban Badell, (uno de ellos, dice la crónica policial, se tiró del tercer piso de la Jefatura, y el otro se ahorcó en su celda), también se encontraba Ángela López Martín.

Presumo que se encontraba allí una mujer chilena Acosta Velasco de Badell, esposa de unos de los hermanos y que permanece desaparecida. Esa misma madrugada, así como me habían llevado a Arana, me volvieron a llevar a Quilmes. Para esto tengo que agregar que durante mi estadía anterior en Arana tuve que firmar papeles que nunca supe si estaban en blanco o si era mi sentencia de muerte. No recuerdo con precisión si fue el 27 o el 29 de septiembre, por la tarde, me vienen a buscar y me llevan a una oficina en otro piso. Allí un hombre me levanta brevemente las vendas de los ojos y pude ver sus manos bien cuidadas y un gran anillo de oro. Me presentó un escrito a máquina en donde yo presentaba mi renuncia a la Policía con fecha 2 de septiembre, o sea anterior a mi detención.
16/09/2008 - Las Madres participaron de un acto en memoria a La Noche de los Lápices

La Asociación Madres de Plaza de Mayo participó de un acto en el Colegio Nacional de la Universidad Nacional de La Plata, a 32 años de la Noche de los Lápices. Por primera vez, en los 123 años del Colegio, además, las autoridades recibieron a una presidenta y a un ex presidente: Cristina Fernández y Néstor Kirchner.
Las palabras del rector Gustavo Oliva, agradeciendo los aportes del gobierno nacional para reconstruir el edificio centenario, inspiraron a la Presidenta, que recordó los años 70 en la ciudad de La Plata, e inclusive una marcha en repudio al golpe de Allende, que la llevo a mencionar su presencia ayer en Chile, en la Casa de la Moneda para solidarizarse, junto a los mandatarios de UNASUR, con el pueblo boliviano y su presidente Evo Morales Ayma.
Cristina Fernández señaló que “todos los pedazos vuelven a juntarse y pudimos volver a reconstruir” y que hoy el recuerdo no tiene que ser de tristeza, “al contrario, tiene que ser de alegría, porque en aquellas épocas duras, de enfrentamientos, había también alegría porque se quería cambiar un mundo y una sociedad que la vivíamos como injusta”.
Estuvieron presentes, también, Emilce Moler, una de los sobrevivientes de aquella masacre, junto a Pablo Díaz, Gustavo Calotti y Patricia Miranda, y familiares de los desaparecidos Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero, Daniel Favero y Horacio Úngaro.
Tras finalizar el acto, las Madres se dirigieron a la explanada del Ministerio de Obras Públicas, donde cada año finaliza la movilización que los estudiantes secundarios realizan para reivindicar a los jóvenes desaparecidos. Allí Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación, dirigió las siguientes palabras a los estudiantes:
“Cuando uno escucha fechas y recuerda momentos, pensamos en tantos, en tantas noches de los lápices que vivimos, en esta ciudad sobre todo. Pero también en otras: ‘La noche del apagón’, en Jujuy; ‘La noche de las corbatas’, de Mar del Plata; ‘La noche de los lápices, por supuesto, hoy estamos acordándonos, La noche, también, de los compañeros de los ingenios, y la noche de cada una nosotras, cuando empezaban a llevarse a nuestros hijos. Cada día las madres tenemos un día: una mira y dice ‘hoy es la fecha en que se llevaron a mi hijo’, ‘hoy cumpliría años’. Al otro día viene otra y dice ‘hoy me destruyeron y quemaron la casa’. Todos los días, todas las horas y todos los minutos es para acordarnos de ellos, de los 30.000, de los que dieron la vida por este país, de los que dieron la vida para que hoy nosotros podamos estar acá. Ustedes son muy jovencitos y están empezando una lucha. A mí me pone muy feliz ver que los jóvenes comiencen la lucha, me parece maravilloso porque los jóvenes tienen que ser rebeldes, lo más rebeldes posible, no formando tribus como se acostumbra ahora. La rebeldía hay que ponerla donde hay que ponerla, que es donde hay que poner los huevos para luchar como revolucionarios.
Y una cosa también les digo chicos. Muchas veces nos dicen que somos pocos o a veces ustedes quieren armar una reunión y no vienen todos, los llaman, vienen la mitad. Las Madres empezamos catorce. Catorce madres, nadie nos quería dar bola. Decían ‘están locas, van a enfrentar a la dictadura en una plaza, las van a matar’. Sí, algunas de nosotras desaparecieron, algunas de nuestras madres desaparecieron, es verdad, y nos ponían siempre presas. Pero cuando uno tiene un objetivo claro, que supuestamente es el que ustedes se tienen que marcar, que es hacer este país, construir este país, poner todo lo que son, que tienen ustedes, para que este país sea el que quisieron los chicos de la noche de los lápices. No nos olvidemos de ninguno de los 30.000. Ustedes van a hacer los responsables de que este país sea lo que todos queremos, lo que todos nos merecemos. Y no importa cuando nos dicen que somos pocos, siempre nos dicen que somos minoría. Si nosotros les hubiéramos hecho caso a los políticos, que nos decían ‘están locas, las van a matar’, hoy no estaríamos recordando aquí la noche de los lápices.
Es maravilloso que la juventud luche pero vuelvo otra vez a hablar de nuestros hijos. Lucharon y eran felices y si ustedes alguna vez piensan que están cansados, traten de volver a un momento de felicidad. Porque cuando uno se cansa de luchar, ya no está haciendo las cosas bien. La lucha nunca nos puede dar cansancio, la lucha tiene que ser apasionada, revolucionaria, con todo lo mejor que tenemos y también a ser felices, aprender a cantar, a disfrutar de la vida. Ser rebelde no quiere decir que hay que estar todo el día pensando en la revolución.
La revolución se hace cada mañana cuando uno se levanta y dice ‘qué carajo voy a hacer hoy por el otro’. Y metense en la cabeza: ‘el otro soy yo, el otro soy yo, el otro soy yo’; y así vamos a construir este país, cuando pensemos en el otro. Qué le pasa al otro, me pasa a mi, y la verdad ajustada como un guante y traten, por todos los medios, cuando los difaman, porque hoy no hay oposición, hay difamadores, no hay oposición por desgracia, ojalá hubiera una oposición seria, hace falta la oposición para gobernar pero hoy hay difamadores. No hay que contestar la difamación. A la difamación se responde con laburo, con marchas, con trabajo y sintiendo que la revolución llega inexorable, lentamente, a cada uno de nosotros, primero para después hacer la revolución entre todos. Gracias”
Por supuesto firmé. No volvieron a sacarme de allí hasta el mes de diciembre. En este lapso de tiempo conocí a otras personas. El lugar pude identificarlo pocos días después gracias a un detenido que supo reconocerlo por ser él mismo de la localidad de Quilmes. Los coches entraban en un garaje y de allí éramos conducidos por una escalera estrecha hasta un segundo piso. Las celdas estaban repartidas en forma de "L" alrededor de un 'agujero' o vacío. Así supimos que en esa misma posición se encontraban las mujeres desaparecidas, pero en el primer piso. Podíamos entrever el exterior, la calle. Había un edificio antiguo que supimos más tarde que se trataba del Hospital de Quilmes. Creo que en la planta baja había delincuentes comunes. La persona que supo ubicarme era Juan Carlos Fund, que vivía en la calle Monroe al 900 en Quilmes. Permanece desaparecido. Cuando llegué compartí la celda con Santiago Servín y dos personas más, jóvenes y de quien no tengo datos para identificarlas. Fueron trasladados. La vida se hizo un poco más rutinaria. No se escuchaban gritos de torturados aunque no sé si allí se torturaba o no. Por la mañana nos traían mate cocido, al mediodía alguna comida tipo polenta o fideos y por la noche generalmente mate cocido otra vez.

La cantidad de comida variaba según fuéramos muchos o pocos los detenidos. Calculo que cuando llegamos deberíamos encontrarnos allí unos 25 hombres. En algunos momentos fuimos sólo 10 más o menos. Si bien casi todos los días se pasaba un trapo, la higiene personal era lamentable. En tres meses de estar allí sólo me permitieron lavarme dos veces. Cuando llegué, y al saberme lejos de la guardia, menos controlado, comencé a sacarme las esposas o las cuerdas (depende del momento) y las vendas de los ojos. Fue en ese momento que pude observar mi cuerpo. No podía apoyar el pie derecho porque tenía una infección. Las plantas de los pies estaban negras.

La piel había sido completamente quemada. Tenía heridas en los puños por las esposas y desde los senos hasta casi las rodillas había una placa rígida que se había formado con las quemaduras y la sangre coagulada provocado todo por la picana. En Quilmes el remedio milagroso se llamaba Pancután, que es una pomada antiséptica que ayuda a cicatrizar las quemaduras. Sólo con esa pomada fue desapareciendo la infección en la planta del pie derecho. Durante estos tres meses en Quilmes, sumados a los quince días en Arana, perdí mi aspecto humano. Para levantarme debía hacerlo en varias etapas, lentamente, porque varias veces me desmayé. Y cuando estaba de pie debía aferrarme a algo porque por unos instantes se me nublaba la vista y tenía vértigos. Dormía no sé, 16 o 18 horas por día. Cuando salí de la cárcel, casi tres años más tarde, pesaba 58 kilos y estaba bien. Pienso que en Quilmes debo haber pesado bastante menos y cuando me detuvieron pesaba 72 kilos.

En Arana estuve con un hombre de entre 35 a 40 años que era un obrero de la fábrica Rigoleau, que estaba cerca de Quilmes. Este hombre me contó que era español. Le decían por supuesto 'El Gallego'.Más tarde supe que su apellido era Coley. Fue trasladado. Un tiempo después lo trajeron a Walter Docters, a Osvaldo Busetto que estaba herido de bala en piernas y abdómen y que también fue trasladado. Una persona que ya estaba allí desde antes de que yo llegara era Néstor Busso, de La Plata y que recuperó su libertad. También trajeron al peruano Icama ? y que luego estuvo en la U9.. Nora Ungaro, que recuperó la libertad. Angela López Martín, que sigue desaparecida. También pasaron por allí Pablo Díaz, José María Novielo, que recuperaron la libertad. Había tembién un muchacho de apellido Enríquez y con las mujeres estaba su esposa que estaba embarazada, Marta Enríquez. Ella fue 'legalizada', mientras que de él nunca supe más nada ya que me trasladaron a mí primero. Un hachero de Misiones de apellido Galván y su esposa, de los cuales no tengo noticias. Un muchacho a quien llamaban "El Colorado", pelirrojo, de la zona de Quilmes. Un muchacho a quien llamábamos "El zapatero" porque trabajaba en una fábrica de zapatos de la zona de Lomas de Zamora. Me fui antes que él. Creo, sin seguridad, que había una chica que se llamaba Rosa y que tenía unos 15 años. Una familia de La Plata, que tenían su domicilio no recuerdo si en las calles 2 y 44 o 3 y 44. Era un hombre de 65 años, su hijo de unos 30 y la esposa del hombre mayor.

Muchos más pasaron por allí pero sería incapaz de afirmar nada ya que algunos a veces permanecían dos o tres días, incluso menos. Algunos llegaban heridos de bala. Todos torturados. Por ejemplo al peruano Icama una bala le había entrado por detrás, cuando huía, y le había quebrado la clavícula. Sobrevivía quien podía y las heridas se curaban solas generalmente. Durante el período que estuve en Quilmes una vez mi madre pudo venir a verme.

Para mí eso fue como un signo de que todo no estaba perdido, de que tal vez no me mataran . La vi en el mes de diciembre, pocos días antes de que me volvieran a trasladar. Esa fecha coincidió con una serie de fichas que nos hicieron allí mismo, con huellas dactiloscópicas, fotos etc. Cuando mi madre me viene a ver a Quilmes la veo durante unos cinco o diez minutos. Después la volvería a ver más de un mes más tarde. Tengo que precisar aquí algunas informaciones que no relaté precedentemente. Mi madre trabajaba como empleada administrativa en Jefatura de Policía, en la Dirección de Logística. Mi hermana también trabajaba en la Policía como empleada en la Caja de Jubilaciones. Inmediatamente después de mi detención mi casa fue allanada en lo que aparentemente fue un despliegue policial bastante grande. Unas ocho personas entraron en el apartamento mientras que había otros grupos de apoyo en el exterior, incluso tiradores apostados en la terraza del edificio vecino. Mi madre y mi hermana perdieron sus trabajos, fueron echadas. Pero mi madre conocía a mucha gente dentro de Jefatura y creo que a través de alguno de esos conocidos logró hacer llegar a Arana unas prendas y visitarme luego en Quilmes. El 21 de diciembre de 1976, por la mañana vinieron a buscarme. También a Walter Docters.

Nos hicieron bajar por esas escaleras pequeñas y empinadas y ya allí nos instalaron en la caja de una camioneta cerrada. También estaban Emilce Moler, Patricia Miranda y Marta Enríquez. Nos previnieron que a cualquier intento éramos hombres muertos y acostados en esa caja nos cubrieron con mantas. Pienso que la camioneta no tenía distintivos de la policía. Bueno, el hecho es que al cabo de un cierto tiempo que no fue demasiado largo, nos bajan en otro lugar. Durante los primeros días permanecemos atados y los ojos vendados, en unos calabozos obscuros. Un lugar a donde nadie venía ni siquiera para sacarnos al baño. Sí, venía un guardia dos veces por día. Creo que dos o tres días más tarde nos sacan las vendas y una semana después comenzamos a recibir a nuestras familias. Media hora por semana. La razón de todo esto era que ya estábamos a Disposición del Poder Ejecutivo Nacional desde el 28 de diciembre por decreto 3454/76. Este lugar era la comisaría 3ra de Valentín Alsina, en Lanús.

En esta comisaría, cuando llegamos, al otro día las mujeres fueron sacadas y llevadas a otra parte de la comisaría. A Walter Docters y a mí, al cabo de unos diez días nos pusieron en una celda en donde había otros detenidos. Uno de ellos era un estudiante de medicina de la ciudad de La Plata, Rubén Saposnik que había estado secuestrado en Infantería de la Policía en las calles 1 y 60 de La Plata, esposado a una cama metálica durante un mes; un médico residente en el hospital San Martín de La Plata, Néstor....? y un gremialista de la zona de Ezeiza que fue trasladado antes que nosotros, cuyo nombre ignoro y no sabría decir si fue liberado o no. Una semana antes de volver a ser trasladados una vez más llegaron Pablo díaz y José María Novielo. Y el 21 de enero de 1977 fuimos trasladados todos los hombres a la Unidad Carcelaria N° 9 de La Plata.
Aquí termina este relato del tiempo que permanecí secuestrado por las fuerzas de seguridad argentinas.

Como anexo a este trabajo agrego una lista con los nombres de todas las personas que recuerdo haber visto o escuchado e incluso algunas de las cuales sólo supe más tarde que se encontraban allí. Con sentimiento de culpa soy consciente de que olvido nombres, datos, informaciones sobre otras personas y que tal vez hubiesen sido capitales para conocer la suerte que corrieron.

Grenoble 23 de Mayo de 1998
Listas de desaparecidos y de represores.
Cuatrerismo de Arana

Indico con un asterisco a las personas de las cuales supe personalmente, ya sea porque las vi o porque las escuché, o porque escuché hablar de ellos en ese momento como detenidos. Los otros nombres los recogí en diferentes testimonios que fui leyendo, entrecruzando informaciones con otros ex-detenidos desaparecidos y en algunos recortes de diarios que guardé).

*Santiago Servín D (Director del diario "La Voz de Solano")
*El sobrino de Santiago Servín D
*Etelbaum o Epelbaum ? (Trabajaba con Servín en el mismo diario)
*Víctor Treviño D
*Claudia Falcone D María Clara Ciochini D (Mencionada en el testimonio de Pablo Díaz)
*Emilce Moler L
*Patricia Miranda L
*Horacio Ungaro D
*Claudio de Acha D
*López D
*"Willy" ?
*Ringa ?
*Kegler Krug Marlene Katherine D (escuché sus gemidos y alusiones a ella y de cómo había sido torturada)
*Giampa ?
*Walter Docters
*L Walter Samperi (primo de Walter Docters, recogí su nombre en las declaraciones)
*Osvaldo Bussetto D
*Pablo Díaz L
*Daniel Alberto Racero D
*Nora Ungaro
*L Ana Teresa Diego ? (este nombre lo recogí de la declaración de Nora Ungaro) Cristina Doglio ? (testimonio de Nora Ungaro) José María Schunk D (Testimonio de Pablo Díaz y de Walter Docters) Néstor Silva ? ( Idem ) La novia de Néstor Silva? ( Idem )
*Icama ??? L?( es un peruano que volví a ver en Quilmes y finalmente en la U9, cuando cayó, un tiro le quebró la clavícula, no sé si fue liberado, expulsado...)
*Julio Aníbal Badell Muerto(figuraen el testimonio de Walter Docters y creo que mi segundo paso por Arana coincidió con su paso por allí mismo.Lo tiraron del tercer piso de la Jefatura de Policía el29/9/76)
*Esteban Badell D (idem que el anterior)
*Acosta Velasco de Badell D. Una señora chilena esposa de uno de los dos hermanos.

Fuente: www.nuncamas.org/testimon/calotti.htm


el ortiba