miércoles, 23 de noviembre de 2011

“Gamexane”: cuando ser punk no era postura


Adolfo Morales
Horacio Julián Villafañe, más conocido como “Gamexane”, no sólo fue el guitarrista símbolo de Todos Tus Muertos (TTM) sino que también adoptó la filosofía punk como un estilo de vida y no como una pose para ganar predicamento comercial con los emprendimientos musicales que abarcó.
Gamexane murió esta madrugada a los 48 años, en el Sanatorio Güemes, después de una hemorragia digestiva. Lo cierto es que, con su partida, se pierde a un ícono del movimiento punk en la Argentina.

Reconocido por ser dueño de un mal carácter, “quizás, el peor” (tal como lo definió un ocasional compañero de banda que prefirió el anonimato) dentro del mundillo del rock surgido a principios de los 80, el guitarrista también supo granjearse respeto entre sus pares por ser un hombre “de convicciones fuertes”.

Cuando recién dejaba la escuela secundaria y todavía transitaba por las calles de Beccar, el músico arrancó con la formación Los Laxantes (1981), experimento que duró muy poco.

Luego, junto a Fidel Nadal (voz), Félix Gutiérrez (bajo) y Cristian Ruiz (batería), Gamexane le dio forma a una de las mejores bandas de la escena local del punk, Todos Tus Muertos, que luego mutaría en sonidos y conformaciones.

A mediados de los 80, TTM supo despertar la adhesión de jóvenes y no tanto. Eran tiempos en los que los shows del entonces Parakultural (desaparecido reducto ubicado sobre la calle Venezuela en Monserrat) o Cemento (el histórico templo del rock situado en Estados Unidos al 1200) empezaban o terminaban de la misma manera: tumultos en las puertas, peleas entre tribus y botellazos lanzados por doquier dentro o fuera del boliche.

Sin dudas, “Gente que no”, la canción emblema por aquellos años, compuesta por Jorge Serrano, de una banda amiga como Los Auténticos Decadentes, le dio un empujón no sólo a los Muertos sino también al propio Villafañe, quien empezó a ser distinguido por sus colegas por esos `riffs` penetrantes y singulares.

Casi simultáneamente, en tiempos en los que el rock no se pensaba como “un trabajo” en la Argentina sino como una manera de “pasar el tiempo”, “Gamexane” unió su destino al de tres muchachos de la ciudad bonaerense de Trenque Lauquen.

Con César Dominici (voz), Willy Robles (bajo) y Gustavo Collado (batería), el guitarrista logró empatía y “buenas vibras” enseguida, a punto tal que entre todos conformaron la agrupación pop, Sobrecarga, una sólida formación que se dio un gusto de los grandes: teloneros en cancha de Ferro de The Cure, en pleno apogeo de los glamourosos británicos, allá por 1987.

“Gamexane” fue alternando presentaciones en ambas formaciones hasta que TTM le exigió una mayor preponderancia y se convirtió en uno de los puntales de una banda que fue adquiriendo otros sonidos más progresivos, más identificados con el denominado “world beat” de comienzos de los 90.

Así, los Muertos amasaron, quizá, el mejor disco de su prolífica trayectoria, “Dale Aborigen” (1994).

En ese tercer material ya estaban Pablo Potenzoni en batería y Pablo Molina en coros. Y hubo contribuciones como invitados de Manu Chao (Mano Negra) y Fermín Muguruza (Negu Gorriak) que sirvieron para entregarle a la banda un perfil internacional que hasta allí no había adquirido.

TTM se erigió, por esos años, en el símbolo de las formaciones alejadas del establishment rockero local. Y en ese contexto, “Gamexane” defendía a rajatabla esa posición, no por pose, sino por convicción.

El mentado equilibrio entre lo que una banda pregona y hace (o no hace, en síntesis) se rompió hacia fines de los 90, cuando los Muertos lanzaron “El Camino Real” (1998), su sexto trabajo discográfico.

Mientras Fidel pretendía continuar la línea del rastafarismo y el misticismo religioso, sus demás compañeros, entre los que estaba el guitarrista, abogaban seguir por el sendero del punk, aquel que habían abrazado desde jóvenes. Conclusión: discusiones, peleas y separación.

Paralelamente, y haciendo gala de esa condición de inquieto colaborador en proyectos amigos, “Gamexane” se había unido al también guitarrista Richard Coleman (Fricción), con quien diseñó una prometedora agrupación llamada Los Siete Delfines, que tuvo en “Dale salida” a todo un hit de los 90.

Después de pasar un tiempo resguardado, en el que encabezó un trunco boceto llamado Responsables No Inscriptos, el músico apostó sus fichas al retorno de TTM, ya sin Nadal, pero con Molina y Gutiérrez como laderos. Dos trabajos quedaron como consecuencia de ese reencuentro: “Re-unión en vivo” (2006) y “Crisis Mundial” (2010).

Pero “Gamexane” también se había dado el gusto de recordar los “viejos buenos tiempos” cuando recibió el llamado telefónico de Dominici, quien le propuso, junto a Collado, rearmar una nueva Sobrecarga.

Fue con ellos con quienes el guitarrista se subió por última vez a un escenario en la Argentina, cuando en octubre pasado el grupo ofreció un prolijo concierto en el local The Roxy, en Palermo. De ese show, la banda bonaerense pensaba extractar algunas tomas para un futuro disco, cuya salida ahora asoma incierta.

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